Periódico del Meta
Cada uno con una vela encendida en la mano va pronunciando el nombre
de una víctima que recuerda, sea familiar o no. La vela simboliza la luz
de la esperanza para que se haga justicia; y el nombre, lanzado al
viento, representa la memoria para no olvidar a esa persona que un día
salió de casa y nunca más regresó.
En la ceremonia, una mujer con su brazo en alto y la vela encendida
pronunció el nombre de Carlos Arbey Palacio Acosta, un joven reclutado
por facciones paramilitares que murió en combate. En ese momento, se
recordó su historia.
Carlos Arbey provenía del municipio de Fuentedeoro (Meta). Allí
asesinaron a su padre, razón por la cual él y su familia se vieron
obligados a desplazarse a Villavicencio. Ante las dificultades
económicas, el joven empezó a trabajar como ayudante de construcción con
uno de sus parientes.
Estando en esas labores comenzó a relacionarse con uno de sus
vecinos, conocido en el como ‘El Mono’, del que solo se sabía que se
llamaba Daniel, y quien le daba trabajo esporádicamente. Un día, Carlos
llegó muy contento a su casa porque este hombre le había conseguido un
trabajo en el municipio de Restrepo, razón por la cual se tenía que
trasladar hasta allí, desde donde prometió enviarles dinero.
Veinte días después a la familia no le llegaba ningún dinero, por lo
que buscaron a ‘El Mono’ en su casa para saber sobre la suerte de su
muchacho. Para sorpresa, al llegar al lugar les contaron que ese señor
ya no vivía allí y no les dieron razón hacia dónde se había mudado.
No se volvió a saber de Carlos Arbey sino hasta dos años después,
cuando algunas personas decían que lo habían visto con grupos
paramilitares en Puerto Gaitán. En el 2004, estando un familiar en el
municipio de Granada, un joven se le acercó y le dijo que él era de
Fuentedeoro, que fue compañero de filas de Carlos en un grupo
paramilitar y le contó que éste murió en un combate y fue enterrado en
una fosa por los lados de Puerto Gaitán.
Esta historia hizo parte del ritual de la memoria que se repite en
cada uno de los actos de la Mesa Humanitaria del Meta, conformada por un
grupo de organizaciones no gubernamentales que durante los últimos años
ha luchado para preservar en la memoria los crímenes de violencia
política perpetrados en esta región del país.
En esta ocasión lo hicieron durante el lanzamiento de la quinta
edición de la revista ‘Trochas de memoria’, un esfuerzo editorial de
diferentes organizaciones defensoras de derechos humanos en la que se
plasman historias como las de Carlos Arbey, para que no queden en el
olvido y que representa las historias de cientos de víctimas de
masacres, homicidios selectivos y desapariciones forzadas de las que
nadie da razón en la Orinoquia.
Pese a que el de Carlos Arbey completó 14 años sin saberse a ciencia
cierta la verdad, es uno más de los más de 200 casos documentados en las
cinco ediciones de la revista, cuyo mérito es recoger historias de
poblaciones muy lejanas e incluir las víctimas de todos los actores
armados que ensangrentaron la región.
“Los relatos que trae la revista tal vez no son la verdad absoluta,
pero es la verdad de los familiares, que muchas veces es la que menos se
escucha. Es un esfuerzo desde la sociedad civil para que la memoria no
se olvide”, dice el sacerdote Omar García, coordinador de la Mesa
Humanitaria.
A pesar de ser el primero de los esfuerzos de memoria colectiva que
se hace en los departamentos de Casanare, Vichada, Meta y Guaviare, la
ausencia de recursos económicos ha limitado no solo la edición de la
revista, también la devolución de la información a quienes han aportado
los casos que la contienen.
Para Luis Enrique Amado, representante de Pastoral Social, uno de los
patrocinadores de ‘Trochas de memoria’, lo ideal es que cada persona
que relata su caso tuviera un ejemplar de la revista para que al menos
allí supiera que la memoria queda viva y conociera otros casos
documentados. Pero hacerles llegar la revista sería muy difícil por las
distancias de los casos documentados.
“Todo esfuerzo en la recuperación de la verdad y la memoria es
importante preservarlo, por eso el esfuerzo que seguimos haciendo con la
revista, que no solo trae casos sino análisis de reflexión. Ojalá
podamos recopilar más casos y publicar la violencia política de la
región y de la que no se ha hablado. Es importante saber que cada caso
es diferente y se vive de una manera distinta y al leerlo el familiar se
reencuentra”, concluye el prelado García.
Fuente: www.verdadabierta.com/desde-las-regiones/5643-trochas-de-memoria-esfuerzo-por-preservar-recuerdo-de-las-victimas, recuperado: marzo 26 de 2015
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